En esta ocasión no vamos a hablar del proceso de la micropigmentación capilar desde el punto de vista técnico.
Tampoco vamos a enfocarnos en como el aspecto general del tratamiento evoluciona desde el primer día hasta que el pigmento se asienta en el cuero cabelludo, ni en como transcurre el proceso a lo largo de las diferentes sesiones que cada individuo necesita para completar el tratamiento.
Dejemos un poco de lado el aspecto técnico y centrémonos esta vez en el proceso psicológico que atraviesa cada persona que se realiza la micropigmentación capilar.
En menor o mayor medida, todas las personas que deciden realizarse este tratamiento, y prácticamente todas aquellas que padecen alopecia, soportan una carga a nivel emocional pese a que la sociedad en general sigue viendo la alopecia como una cuestión exclusivamente estética.
Para muchos, la caída del cabello, sin dejar de afectar a nivel emocional, no supone un gran handicap o un verdadero obstáculo en su día a día.
Quizá porque son personas ya de mediana edad, con una vida asentada, un trabajo estable, familia… porque en su entorno la alopecia se considera algo normal y no se le da tanta importancia… o por el motivo que sea.
Aun así, cada vez son más los que, pese a formar parte de este grupo, deciden a realizarse un tratamiento de micropigmentación capilar, y en la gran mayoría de ocasiones (siempre que elijan un técnico verdaderamente capacitado) terminan encantados con el resultado. Se acostumbran a su nuevo aspecto de forma muy rápida, e incluso se animan a mostrárselo a la gente de su círculo más o menos íntimo y, como no, recomendar el tratamiento a aquellos que consideran que podrían mejorar su aspecto y su calidad de vida con él. Por desgracia, no todo el mundo posee esa fortaleza moral.
Los casos de personas muy jóvenes, de aquellos que utilizan productos para disimular la calvicie (de los cuales se vuelven esclavos), de los que se ocultan bajo una gorra durante años… se contemplan de forma muy similar desde el punto de vista técnico, pero resultan menos llevaderos a nivel psicológico.
Hay que tener presente que estas personas llevan ya tiempo arrastrando un complejo enorme que los limita a la hora de realizar muchas actividades cotidianas que para la mayoría no implican dificultad alguna.
Se ven sometidos a una angustia casi constante y muy a menudo se sienten observados por sufrir alopecia. Los incluidos en este grupo, que no son pocos, tardan un poco más en acostumbrarse a su nueva imagen, normalmente algunas semanas y en algunos casos meses. En muchas ocasiones son personas que nunca se han afeitado la cabeza y el cambio resulta un poco más violento para ellos.
Se preocupan demasiado por como los ve el resto del mundo, por si notan que se ha hecho algo en la cabeza… Por todo esto, es totalmente necesario que el técnico y su equipo se impliquen completamente con cada cliente a nivel personal.
El equipo de Aldemar Campos nos sentimos en la obligación de, además de proporcionar un resultado final estéticamente inmejorable, acompañar a cada paciente/cliente en el proceso de adaptación a su nueva imagen, resolviendo todas sus dudas y ayudando a superar las inseguridades que puedan surgir durante el mismo.
Siempre procuramos crear un vínculo de amistad y confianza para que todos los que decidan realizarse el tratamiento con nosotros se sientan como en casa desde el momento en que entran por nuestra puerta y, lo más importante, que finalmente estén 100% satisfechos con el resultado obtenido y recuperen totalmente su autoestima.